La pancreatitis felina tiene diferentes causas, signos clínicos, medios de diagnóstico y tratamientos de los encontrados en la pancreatitis canina. Mientras que la dieta grasa, traumatismos y fármacos (ej. azatioprina) parecen ser las principales causas de la pancreatitis canina, la pancreatitis felina puede estar causada por una infección por herpes virus, una peritonitis infecciosa felina, toxoplasmosis, intoxicación por organofosforados, traumatismos, infecciones hepatobiliares, fármacos (ej. acemannan) y ciertos gusanos (ej. Eurytrema procyonis y Amphimerus pseudofelineus). Aparentemente se puede producir después de la anestesia o sedación en algunos gatos. En otros casos, parece ser idiopática. No está clara la asociación con la dieta grasa, como se ve en los perros. Observaciones preliminares indican que los gatos Siameses pueden tener un riesgo incrementado de pancreatitis. No hay evidencias de que exista una correlación entre un diagnóstico de pancreatitis felina y obesidad. De hecho, muchos gatos diagnosticados con pancreatitis tenían bajo peso. Finalmente, no existe una edad concreta o predilección de sexo. Parece que algunos gatos sufren una tríada de EII (IBD), hepatitis y pancreatitis, en estos casos, el problema se basa en conocer si la pancreatitis es la causa del problema o el efecto del mismo.
Recordar: Las causas de la pancreatitis en los gatos son diferentes a las de los perros.
Los síntomas clínicos de pancreatitis en los gatos son mucho más variados que en los perros. Mientras que la mayoría de los perros muestra anorexia y vómitos, los gatos afectados pueden evidenciar sólo anorexia y/o sólo pérdida de peso, ambos síntomas con o sin vómitos. La icterica puede aparecer o no. En un estudio experimental, los gatos con pancreatitis inducida por infusión de ácido oleico en el conducto pancreático evidenciaron depresión, fiebre transitoria, ausencia o escasos vómitos y malestar a la palpación abdominal. En un estudio retrospectivo de 40 gatos con pancreatitis de aparición normal, los tres síntomas más comunes en 32 gatos con necrosis pancreática fueron:
- Letargo -hasta el extremo de estar moribundos- (100%),
- Parcial a completa anorexia (84-97%),
- Deshidratación (92%).
La hipotermia, (no la fiebre), fue el siguiente síntoma más común (68%) y sólo tuvieron vómitos el 35%. Otros signos clínicos incluyeron dolor abdominal (25%), masa abdominal (23%), diarrea (15%), y disnea (15%). El derrame abdominal (detectado únicamente por ecografía) parece ser relativamente común en la pancreatitis aguda en gatos con lipidosis hepática. Sin embargo, mi experiencia personal me ha demostrado que no es un resultado suficientemente relevante ó específico. Aproximadamente 1/3 de los gatos con pancreatitis tienen también una patología intestinal y el 42% tiene una nefritis intersticial. Ocasionalmente se pueden observar trombosis y/o petequias. Finalmente, los gatos afectados que están deprimidos o deshidratados pueden llegar a tener estreñimiento. En un estudio, la pancreatitis felina parecía pasar por dos etapas. En la primera se manifestaba como una enfermedad crónica caracterizada por pérdida de peso, anorexia, y letargo, con o sin vómitos. En la aguda, se producía una rápida descompensación que se podía observar porque el animal iba descendiendo a un estado de shock. Sin embargo, este estado de shock no estaba asociado con un abdomen agudo clásico con evidencia de dolor abdominal.
Recordar: la pancreatitis en gatos puede tener signos clínicos extremadamente vagos y el vómito está a menudo ausente. A veces, parece presentarse con signos clínicos que sugieren de forma relevante una enfermedad hepática primaria.
La pancreatitis felina puede ser relativamente difícil de diagnosticar, no sólo porque los signos clínicos son muy vagos, sino también porque los resultados patológicos clínicos no tienen consistencia o ésta es muy pequeña. Aunque en los gatos con pancreatitis experimental el aumento en la actividad de la lipasa sérica se ha mostrado relativamente consistente, en los gatos con pancreatitis espontánea no ha ocurrido lo mismo. En general, las actividades de lipasa y amilasa sérica en suero de gatos con pancreatitis espontánea son frecuentemente normales. En un estudio con 32 gatos con necrosis pancreática de aparición natural, los resultados obtenidos más comunes fueron
- Hipocalcemia (45%),
- Hipocalemia (56%),
- BUN aumentado (57%),
- Hiperglicemia (64%),
- Hipercolerestolemia (64%),
- ALT aumentado (68%),
- SAP aumentado (50%)
- Hiperbilirrubinemia (64%)
Se puede destacar que sólo el 30% tenía leucocitosis mientras que el 15% tenía leucopenia.
Recordar: los gatos con pancreatitis pueden tener resultados clínicos patológicos que sugieren una enfermedad hepática.
El TLI felino podría ser útil si está notablemente aumentado por encima de lo normal (es decir, >300); un resultado normal o un aumento moderado (ej. 100-200) no sirve para diagnosticar o eliminar la pancreatitis. Tenemos que asegurarnos de que el TLI está diseñado para uso en gatos no para perros. El Dr. David Williams en la A&M Universidad de Texas es el único investigador actualmente capaz de ofrecer este test para gatos.
Las radiografía abdominal y la ecografía son útiles si revelan sugestivas anormalidades. Las anormalidades ecográficas pueden incluir masas, áreas hipoecoicas en el páncreas, y/o conductos biliares dilatados. Sin embargo, aunque la especificidad de estos resultados de pancreatitis se cree alta, la sensibilidad de la radiografía y la ecografía para detectar pancreatitis felina es menor de la que se observa en perros. En general, el ultrasonido parece ser probablemente más útil en los resultados de pancreatitis en perros, los cuales tienen un órgano relativamente más grande comparado con el de los gatos.
La biopsia de páncreas se presenta como un medio de diagnóstico específico y sensible en el diagnóstico de la pancreatitis felina. La biopsia puede ser realizada durante una laparotomía exploratoria o laparoscopia . Muchas veces, se observan resultados obvios que sugieren una pancreatitis (ej. hiperemia, saponificación de grasa, difusamente firme, adhesiones, hemorragia). Sin embargo, no sabemos en que medida es confiable que se detecte una pancreatitis por la apariencia agrandada del páncreas. Un colega obtuvo dos veces un diagnóstico de carcinoma pancreático después de una biopsia de un enorme páncreas normal en un gato. En líneas generales, parece que si el gato está bien perfundido y se adoptan las medidas oportunas para prevenir que el páncreas se seque o sea excesivamente manipulado (en cirugía), la posibilidad de una pancreatitis iatrogénica es relativamente mínima. Si existieran numerosas adhesiones, hay que tener cuidado de que la biopsia pancreática sea lo suficientemente profunda para poder asegurar que el tejido pancreático sea obtenido, y no sólo la saponificación y las adhesiones. Un carcinoma pancreático puede tener una inflamación concomitante la cual sea superficial a las células malignas.
Recordar: una biopsia pancreática debería considerarse en gatos con trastornos leves que pudieran tener relación con una pancreatitis (lo cual es casi cualquier enfermedad de gato).
La terapia para la pancreatitis felina se facilita encontrando y tratando la causa subyacente lo cual a veces es posible, sin embargo, un número sustancial de gatos afectados según parece tienen una pancreatitis idiopática. Enfermedades coincidentes, tales como la diabetes mellitus, se deben tratar cuando están presentes. Se necesita remplazar y mantener los fluidos y déficit electrolíticos. La curación de un páncreas dañado depende probablemente de que se realice una perfusión adecuada; por lo tanto, se deben administrar fluidos de una forma relativamente agresiva. Si el paciente se vuelve hipoproteinémico, o bien plasma o un coloide (e.g. hetastarch) se deben tener en cuenta para mantener los mecanismos de fluido normales a nivel de los capilares. El plasma puede también reemplazar los inhibidores de proteasa que se agotan ligados a las proteasas que se fugan dentro del torrente sanguíneo. La liberación de esas proteasas, se piensa que puede ser un mecanismo que produce la muerte aguda en algunos pacientes. El plasma puede sustituir a los factores de coagulación que son consumidos si la coagulación intravascular diseminada se produce.
La administración de dopamina en un nivel de infusión constante (5 ug/kg/min) ha sido beneficiosa en gatos con pancreatitis experimental. Hay informes puntuales de algunos clínicos en los que la infusión de dopamina ha ayudado en algunos casos clínicos de pancreatitis felina. Se pensó inicialmente que la dopamina beneficiaba a estos pacientes porque incrementaba la perfusión en el páncreas. Sin embargo, se conoce ahora que la infusión de dopamina disminuye la permeabilidad en el páncreas y por lo tanto disminuye la inflamación limitando la liberación de proteasas.
Recordar: la dopamina administrada a una tasa constante de infusión podría ser útil en el tratamiento de gatos con pancreatitis severa.
Los antibióticos han sido utilizados en gatos con pancreatitis. La mayoría de los casos de pancreatitis felina son estériles. Sin embargo, ocasionalmente algunos gatos tienen pancreatitis séptica, por lo tanto, es razonable la administración de antibióticos. Hay alguna evidencia de que la pancreatitis aguda deja al páncreas más susceptible a la infección de bacterias que entran en la sangre así como aquellas que atraviesan la pared colónica. Un estudio descubrió que la cefotaxima (tercera generación de cefalosporinas) reducía significativamente la incidencia de infección pancreática en los gatos a los que se les había inducido experimentalmente pancreatitis y la infusión de E. coli en el conducto pancreático.
Recordar: como sucede en los perros, es dudoso que los antibióticos curen la pancreatitis, pero siguen siendo útiles para prevenir infecciones secundarias.
Los corticoesteroides han sido también utilizados en estos pacientes, reduciendo ostensiblemente la inflamación. Aunque los esteroides pueden causar hiperlipasemia y/o hiperamilasemia, es dudoso que causen pancreatitis. Existe la preocupación de que los esteroides pudieran permitir que la pancreatitis persistiera o empeorara, pero no hay ningún dato que pueda sostener con firmeza esta sospecha. En observaciones clínicas algunos pacientes seleccionados parecían beneficiarse por los esteroides, especialmente si éstos se utilizaban durante un breve período de tiempo al principio del curso de la enfermedad.
A diferencia de los perros, no está claro si la alimentación baja en grasa es beneficiosa durante o después de los episodios agudos. Sin embargo, si el gato está vomitando, la comida debería probablemente ser retirada hasta que los vómitos cesaran. No obstante, se debe alimentar al gato tan pronto como pueda comer. Hacerle pasar hambre a un gato aparentemente no es beneficioso, y puede causar mayores problemas. Parece razonable alimentarlo con comida baja en grasas con la idea de que algo de grasa es importante para algunos gatos con pancreatitis, pero no demoraría alimentarlo con el fin de usar una dieta baja en grasa (ej., si puede comenzar la alimentación NE (nasoesofágica) con una dieta líquida, haga esto en lugar de esperar un día o dos para obtener un Esófago-tubo o un Gastro-tubo colocado). En animales con vómitos prolongados, la nutrición parenteral es ventajosa, aunque cara. En el caso de vómito severo se pueden utilizar antieméticos; la cloropromazina es normalmente el más efectivo aunque la metoclopramida puede ser eficaz en algunos pacientes.
Fuente: http://www.aamefe.org