En los últimos años se ha avanzado en el conocimiento de esta patología en los felinos.
Es sabido que los gatos pueden tener la llamada diabetes Tipo II, por analogía con la misma enfermedad en humanos; con inicio en la mitad o más de la vida en la que existe insulinoresistencia sumada a déficit secretorio de insulina y que responde a tratamiento con hipoglucemiantes orales.
El Tipo I de diabetes al igual que en el perro y el hombre es principalmente insulinopénica y requiere tratamiento con insulina.
Varios son los grupos de investigadores que comunicaron la incidencia encontrada de cada variedad de la enfermedad en su medio y hay controversia en cuanto a la predominancia de una de ellas.
Desgraciadamente no hay pautas definitorias para clasificar a un paciente dado como portador de uno u otro tipo. De todas maneras es correcto probar efecto de un tratamiento y cambiar sobre la marcha según resultados.
A grandes rasgos, un paciente tipo I podrá ser más joven a la presentación con los signos clásicos de la enfermedad y ser destacable la pérdida de peso. Este paciente en algunos casos puede haber debutado con pancreatitis aguda, en el resto se supone una predisposición genética como en el perro y hombre con el mismo tipo de patología, por lo que estos animales no deben ser usados para cría; luego se suma un ataque inmunitario a las células ß, sin que conozcamos el origen antigénico (en perro y hombre puede ser viral, tóxico, alimentario,etc).
En estos animales sólo la insulina corregirá los defectos metabólicos; debe destacarse que no debemos cambiar el origen de la insulina(bovina-porcina), dado que el animal podría desarrollar anticuerpos contra ambas, y recordando que que la de origen porcino tiene un costo 3 veces superior a la bovina. En cuanto a la duración de los efectos de cada una no hay un acuerdo en cual es el más prolongado en el felino, dadas las variaciones individuales en su catabolismo. Como rasgos generales, el gato metaboliza más rápidamente esta hormona que el perro y es mucho más sensible a la hipoglucemia. Por esto en esta especie si con 2 inyecciones de NPH quedan muchas horas del día por cubrir (ej: cada dosis dura entre 6 y 8 hs.), debemos recurrir al uso de la insulina protamina Zn. de mayor duración, utilizando 1iny de NPH + 1 iny de protamina Zn o 2 iny de esta última según curvas de acción. No debemos olvidar que las de efecto más prolongado tienen también una acción menos intensa y viceversa.
La dosis de que partimos es de 0,25-0,5 U/Kg siendo muy cautos en las primeras indicaciones por la sensibilidad ya mencionada. Los ajustes siempre se harán sobre la dosis total. En algunos casos deben hacerse diluciones para transformar la cantidad indicada en fácilmente medible y totalmente aplicable.
Generalmente se dejará al gato comer ad-libitum ( pequeñas tomas varias veces por día) como es su costumbre, pues el animal puede negarse a hacerlo en los horarios que intentemos imponerle según pico de acción de las insulinas utilizadas. Yo recomiendo un buen balanceado diet siempre que sea bien tolerado por el animal, dado que los que sufrieron pancreatitis pueden quedar con insuficiencia pancreática exócrina y tener diarrea con los alimentos altos en fibra.
Los animales tipo II más comúnmente se presentan con buen peso o aún obesos, y suele haber anamnesis de tratamiento previo con acetato de megestrol o un glucocorticoide de depósito. Se debe estar atento al momento en que el efecto medicamentoso cese pues la dosis de la medicación utilizada para el control de la diabetes puede resultar excesiva cuando eso ocurra.
Estos animales son los que podrán comenzar a tratarse con glipizida (Minodiab) en dosis de ¼ a ½ comp.de 5mg. cada 12 hs. al principio y si no ocurren accidentes hipoglucémicos se irá subiendo prudentemente la misma según controles. Es de esperar que si este tratamiento es efectivo en 3 a 4 semanas el paciente habrá controlado la poliuria, polidipsia, polifagia y ganado vigor.
El medicamento, un moderno hipoglucemiante oral derivado de la clorpropamida tarda unas semanas en hacer su mayor efecto, pero luego de mes, mes y ½ si no se logra control de toda la signología, ni glucemias por debajo de 250 mg/dl en la mayor parte del día y/o Hb. glicosiladas o fructosaminas aceptables debe pasarse a insulina.
En este punto debemos tener presente otra importante característica de la Diabetes Mellitus felina y es la posibilidad de remisión de la patología. Esto se explica por la llamada "glucotoxicidad" de la glucosa. La glucosa en exceso tiene un efecto tóxico y al mejorar el control glucémico ya sea con drogas orales o con insulina mejoran sistemas enzimáticos y la enfermedad remite, por lo que si no estamos atentos podría producirse iatrogenia con el mismo tratamiento que fuera exitoso hasta ese momento. Para prevenir esto, que suele ocurrir entre los 6 meses a 1 año de comenzado el mismo, el propietario debe ser advertido y efectuar controles, por lo menos una vez al mes en ese tiempo.
El animal que siga siendo diabético luego de ese tiempo lo será durante toda la vida y sus controles serán más espaciados.
El tratamiento de esta enfermedad es todo un desafío, el propietario que lo acepta ama a su mascota, el médico veterinario que lo realiza ganará un amigo y un profundo sentimiento de realización en su profesión, su paciente vivirá el mismo tiempo y con la misma calidad de vida que aquellos libres de enfermedad.
Fuente: http://www.aamefe.org




