El fenómeno del dolor en los animales se considera un problema aún no resuelto, al cual cada vez se presta mayor interés y atención, mientras que el tema del tratamiento del dolor en los animales surge continuamente en la lista de prioridades tanto de los investigadores, como de los veterinarios y propietarios de animales.
Cada vez se entiende mejor que los animales experimenten el dolor como una "sensación desagradable, a partir, en primer lugar, de las semejanzas en la estructura y función neuroanatómica entre los animales y los seres humanos, y en segundo lugar en las semejanzas, a grandes rasgos, entre los esquemas de respuestas a estímulos nociceptores de las personas y animales.
La demanda de información sobre las posibles formas de terapia analgésica en las diferentes especies animales, crece cada vez más como consecuencia de estos factores y también por el aumento de la conciencia ética sobre el tema del dolor y del malestar en los animales.
Fisiopatología del dolor
Para llegar a entender los orígenes, posibilidades y limitaciones de las distintas modalidades del tratamiento del dolor hay que considerar la base fisiopatológica del dolor agudo y sobre todo del dolor crónico.
Sin entrar en gran detalle, la nocicepción (el proceso de reconocimiento de señales sensoriales específicas en el SNC) va seguida del transporte del estímulo por las fibras Ag y C hasta el asta dorsal de la médula espinal. En este punto se producen las conexiones a las neuronas motoras, lo que provoca una respuesta motora, y tanto la modulación como el procesado se producen localmente antes de que la información sea transmitida a niveles superiores (supra-espinales). Las fibras Ag difunden la sensación de dolor agudo, mientras que las fibras C están implicadas en la sensación de dolor más duradera, menos aguda. Hay un tercer grupo de neuronas (fibras Ab) que en circunstancias normales están implicadas en el reconocimiento de las señales sensoriales no dolorosas. Desde hace 15 años aproximadamente, el conocimiento de los procesos neuronales que tienen lugar en las situaciones de dolor crónico ha ampliado la perspectiva y comprensión de la fisiopatología del dolor y permitido el desarrollo de protocolos de terapia analgésica diferentes y a menudo polimodales. Cuando los nociceptores periféricos se activan de forma prolongada, se produce la llamada sensibilización periférica que se caracteriza, en primer lugar, por la liberación de aminas vasoactivas de las distintas células inflamatorias y del tejido dañado, así como por la liberación de neuropéptidos de las terminaciones nerviosas activadas. El resultado de esta sensibilización del sistema nervioso periférico local es un aumento de la relación estímulo-respuesta. Como consecuencia, estímulos de una magnitud limitada (o incluso una estimulación inocua) se perciben ahora como estímulos de alta intensidad. De forma parecida, una estimulación prolongada de las estructuras del asta dorsal en la columna vertebral podría producir también un esquema de respuesta alterado. Se sensibilizan distintas neuronas del asta dorsal, lo que genera un aumento de la sensibilidad a la estimulación sensora, un aumento del campo receptor cuyo resultado es un aumento (hiper) sensibilidad del tejido sano que rodea la zona dañada, y un aumento de la duración de la hiperresponsividad sensorial. Esta hipersensibilización tanto central como periférica infravalora claramente la importancia de la prevención del dolor como opuesta al tratamiento del dolor (existente). Con una terapia preventiva, precoz, se evita el desarrollo de la hipersensibilización, haciendo que el tratamiento analgésico sea más fácil, más eficaz o potencialmente más corto.
Control del dolor en gatos
A pesar de las diferencias entre perros y gatos en cuanto a sensibilidad y metabolización (biotransformación y excreción) de los fármacos, hay muchas semejanzas en ambas especies. En general, cuando se habla de las distintas clases de fármacos analgésicos, podemos afirmar que la mayoría de los enfoques terapéuticamente diferentes para perros, pueden modificarse de forma que se adecuen a gatos.
Si bien en el pasado la opinión general era que los opiáceos estaban contraindicados en gatos, actualmente cada día se emplean más en la terapia analgésica en gatos. La elección del fármaco correcto, o de la dosis apropiada de un medicamento opiáceo específico puede obviar el problema de efectos secundarios tales como excitación y numerosas respuestas de comportamiento anormal atribuidas a este tipo de fármacos. Los agonistas opiáceos tales como morfina, fentanilo y meperidina [petidina] pueden emplearse (por supuesto con un esquema de dosificación diferente que en perros) para combatir eficazmente el dolor grave agudo. Para el dolor moderado y el control de dolor durante un periodo de tiempo más prolongado se utilizan opiáceos agonistas-antagonistas tales como butorfanol y buprenorfina, y diferentes AINEs.
En la clínica se han empleado muchos fármacos de esta última categoría como ketoprofeno, meloxicam y carprofeno. Antes de disponer de toda la información necesaria sobre la seguridad y eficacia de estos medicamentos como terapia analgésica para gatos se precisan más estudios (comparativos). El registro oficial del empleo de los AINEs en gatos varía en los distintos países lo que convierte la elección del AINE en algo dependiente de la legislación nacional (al menos parcialmente).
Fuente: http://www.infomascota.com




